La Puerta Santa ya está abierta. Pasadas las cinco y veinte de la tarde monseñor Julián Barrio, arzobispo de Santiago, remató una larga ceremonia que casi dos millares de personas soportaron bajo la lluvia que paró casi al final. Con el martillo de plata dio los golpes de rigor y los ladrillos que taponaban el vano se vinieron abajo.
Empieza así el Año Santo compostelano, en el cual se esperan que visiten Compostela entre ocho y diez millones de personas (cifra de la Xunta de Galicia) y cerca de 300.000 hagan alguno de los Caminos de Santiago que recorren Galicia.
El acto tuvo toda la trascendencia religiosa que se esperaba –por otra parte, ritual-, pero quedó muy deslucido para afuera. Excepto la excelente cobertura de la Televisión de Galicia, en el resto se registraron deficiencias varias: la megafonía no era potente y sólo se escuchaba en las primeras filas, mientras que los grandes compresores necesarios para las retransmisiones televisivas hacían tal ruido que se levantaron las quejas. Además, parte de las intervenciones del arzobispo y del nuncio del papa coincidieron con potentes campanadas de la Berenguela, la torre por excelencia de la catedral, y, por si fuera poco, el concierto de campanas previsto para toda la archidiócesis no se escuchó por ningún lado.
Antes, a las cuatro menos cuarto, las tropas habían ocupado el Obradoiro (redacción textual del programa oficial) y aguantaron impertérritas bajo la lluvia tras interpretar en dos ocasiones el himno nacional.
Enlace con la noticia de Todosloscaminos.com
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Empieza así el Año Santo compostelano, en el cual se esperan que visiten Compostela entre ocho y diez millones de personas (cifra de la Xunta de Galicia) y cerca de 300.000 hagan alguno de los Caminos de Santiago que recorren Galicia.
El acto tuvo toda la trascendencia religiosa que se esperaba –por otra parte, ritual-, pero quedó muy deslucido para afuera. Excepto la excelente cobertura de la Televisión de Galicia, en el resto se registraron deficiencias varias: la megafonía no era potente y sólo se escuchaba en las primeras filas, mientras que los grandes compresores necesarios para las retransmisiones televisivas hacían tal ruido que se levantaron las quejas. Además, parte de las intervenciones del arzobispo y del nuncio del papa coincidieron con potentes campanadas de la Berenguela, la torre por excelencia de la catedral, y, por si fuera poco, el concierto de campanas previsto para toda la archidiócesis no se escuchó por ningún lado.
Antes, a las cuatro menos cuarto, las tropas habían ocupado el Obradoiro (redacción textual del programa oficial) y aguantaron impertérritas bajo la lluvia tras interpretar en dos ocasiones el himno nacional.
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