Cimientos de los diques en forma de ‘Y’, izquierda, y del edificio procesador (de estructura rectangular) que conforman el cuerpo central de la futura terminal de Lavacolla
Más de mil toneladas de acero
Hasta la fecha se han utilizado 13.000 metros cúbicos de hormigón y se han levantado 3.500 m2 de forjados ·· La megaconstrucción de Lavacolla se completa con una nueva plataforma de estacionamiento de aeronaves y una central eléctrica ·· La torre de control sigue pendiente de los equipos
El equipo empezará a montar esta misma semana las 15 grúas necesarias para ejecutar la segunda fase del proyecto ·· Con 40 metros de altura, su instalación obligará a bajar la categoría del ILS ·· En los últimos meses, se han movido 330.000 metros cúbicos de tierra
Siguiendo la vieja carretera de Lavacolla y poco antes de llegar a la rotonda que da acceso al aeropuerto, a la derecha se abre una pista que conduce a una nueva macroterminal en ebullición. Detrás del campo de golf todavía en uso y escondido a los pies de la torre de control sin estrenar, aparece un hervidero de camiones, excavadoras y grúas. Entre socavones colosales e ingentes acumulaciones de tierra, se yerguen los pilares que ya dibujan el futuro aeródromo de Santiago. Seis meses han sido suficientes para sentar los cimientos de una base que tendrá capacidad para soportar hasta 27 operaciones cada hora.
Aunque la piqueta se demoraba año y medio, la adjudicataria trabaja contrarreloj para cumplir el calendario comprometido por Fomento: el verano de 2011. En turnos de lunes a domingo - desde las seis de la mañana hasta las cuatro de la madrugada- 180 obreros han logrado acondicionar el terreno y cimentar los edificios en un tiempo récord. Pero la segunda fase de las obras necesita refuerzos y, a partir de esta misma semana, al equipo se suman otros 200 operarios que dispararán la cifra de empleos directos hasta los casi 400, cuenta en declaraciones a este diario Luis Rey Pomar, director del aeropuerto compostelano. Además, a la maquinaria instalada en la zona cero, se añadirán 15 grúas de 40 metros de altura.
Los medios se duplican para acometer uno de los capítulos más duros del proyecto. Durante 2010 se prevé ejecutar la estructura propiamente dicha -pilares y forjados de las diferentes plantas- y los cerramientos exteriores tanto del nuevo edificio terminal (diques y procesador) como del aparcamiento. En esta fase también se levantarán las estructuras habilitadas como soporte de los viales de acceso a las dependencias.
Será en esta segunda etapa -que se prolongará hasta finales de este año- cuando el actual aeropuerto empiece a notar las incidencias de las obras. El ILS bajará de categoría (de III a II) a causa del montaje de 15 grúas. Con 40 metros de altura, su instalación puede afectar a la señal radioléctrica, aunque su repercusión en el tráfico aéreo "es muy difícil de calcular", puntualiza Luis Rey. "Depende de las condiciones meteorológicas", añade.
Al margen del recorte del ILS, las dificultades al final de los trabajos podrían ser mayores. Será entonces cuando haya que acometer los entroques entre las plataformas de la vieja y la nueva terminal, explica. "La gran ventaja -continúa- es que el acceso a las obras se ha establecido en una zona externa al actual aeropuerto. Es independiente".
Más voladuras
Con cinco kilómetros de viales para los accesos y tres cuerpos perfectamente diferenciados (procesador, diques y parquin), en la primera fase se han movido 330.000 metros cúbicos de tierra. El principal escollo se ha encontrado en la zona destinada al aparcamiento. Al tratarse de suelo muy rocoso, ha sido necesario efectuar voladuras controladas. Pese a que en este área ya se han levantado 70.000 metros cúbicos, en los próximos meses será necesario continuar con la extracción de roca. Por este motivo, el perfil de este brazo es el menos visible.
Sin embargo, la planta del edificio procesador ya se intuye. De forma rectangular, su superficie es comparable a la suma de dos campos de fútbol de primera división. Con dos niveles diferenciados -salidas y llegadas-, contará con un hall que en su punto álgido alcanzará 16 metros de altura. Justo detrás, se extiende la base del dique. Con forma de 'Y', el edificio está destinado a embarque, zonas comerciales y servicios de handlig. Entre ambos cuerpos superan los 74.000 m2.
CAPACIDAD
Un techo de 27 vuelos cada hora
Con una inversión de 160 millones de euros, Fomento confía en estrenar el macroaeropuerto de Lavacolla en el verano de 2011. Las obras arrancaban por fin el pasado junio tras un impasse de año y medio a causa del rifirrafe por los terrenos que hasta entonces ocupaba el Aero Club. Con capacidad para 3.200 pasajeros en hora punta -cuatro millones de viajeros por curso- y 27 operaciones cada 60 minutos, el área terminal triplicará las actuales instalaciones. La pista de despegue será la misma y bastará con habilitar accesos a la calle de rodadura desde el complejo en construcción. El futuro del viejo edificio aún no está decidido, pero el Plan Director de Lavacolla propone destinarlo al tráfico low cost.
Aunque la piqueta se demoraba año y medio, la adjudicataria trabaja contrarreloj para cumplir el calendario comprometido por Fomento: el verano de 2011. En turnos de lunes a domingo - desde las seis de la mañana hasta las cuatro de la madrugada- 180 obreros han logrado acondicionar el terreno y cimentar los edificios en un tiempo récord. Pero la segunda fase de las obras necesita refuerzos y, a partir de esta misma semana, al equipo se suman otros 200 operarios que dispararán la cifra de empleos directos hasta los casi 400, cuenta en declaraciones a este diario Luis Rey Pomar, director del aeropuerto compostelano. Además, a la maquinaria instalada en la zona cero, se añadirán 15 grúas de 40 metros de altura.
Los medios se duplican para acometer uno de los capítulos más duros del proyecto. Durante 2010 se prevé ejecutar la estructura propiamente dicha -pilares y forjados de las diferentes plantas- y los cerramientos exteriores tanto del nuevo edificio terminal (diques y procesador) como del aparcamiento. En esta fase también se levantarán las estructuras habilitadas como soporte de los viales de acceso a las dependencias.
Será en esta segunda etapa -que se prolongará hasta finales de este año- cuando el actual aeropuerto empiece a notar las incidencias de las obras. El ILS bajará de categoría (de III a II) a causa del montaje de 15 grúas. Con 40 metros de altura, su instalación puede afectar a la señal radioléctrica, aunque su repercusión en el tráfico aéreo "es muy difícil de calcular", puntualiza Luis Rey. "Depende de las condiciones meteorológicas", añade.
Al margen del recorte del ILS, las dificultades al final de los trabajos podrían ser mayores. Será entonces cuando haya que acometer los entroques entre las plataformas de la vieja y la nueva terminal, explica. "La gran ventaja -continúa- es que el acceso a las obras se ha establecido en una zona externa al actual aeropuerto. Es independiente".
Más voladuras
Con cinco kilómetros de viales para los accesos y tres cuerpos perfectamente diferenciados (procesador, diques y parquin), en la primera fase se han movido 330.000 metros cúbicos de tierra. El principal escollo se ha encontrado en la zona destinada al aparcamiento. Al tratarse de suelo muy rocoso, ha sido necesario efectuar voladuras controladas. Pese a que en este área ya se han levantado 70.000 metros cúbicos, en los próximos meses será necesario continuar con la extracción de roca. Por este motivo, el perfil de este brazo es el menos visible.
Sin embargo, la planta del edificio procesador ya se intuye. De forma rectangular, su superficie es comparable a la suma de dos campos de fútbol de primera división. Con dos niveles diferenciados -salidas y llegadas-, contará con un hall que en su punto álgido alcanzará 16 metros de altura. Justo detrás, se extiende la base del dique. Con forma de 'Y', el edificio está destinado a embarque, zonas comerciales y servicios de handlig. Entre ambos cuerpos superan los 74.000 m2.
CAPACIDAD
Un techo de 27 vuelos cada hora
Con una inversión de 160 millones de euros, Fomento confía en estrenar el macroaeropuerto de Lavacolla en el verano de 2011. Las obras arrancaban por fin el pasado junio tras un impasse de año y medio a causa del rifirrafe por los terrenos que hasta entonces ocupaba el Aero Club. Con capacidad para 3.200 pasajeros en hora punta -cuatro millones de viajeros por curso- y 27 operaciones cada 60 minutos, el área terminal triplicará las actuales instalaciones. La pista de despegue será la misma y bastará con habilitar accesos a la calle de rodadura desde el complejo en construcción. El futuro del viejo edificio aún no está decidido, pero el Plan Director de Lavacolla propone destinarlo al tráfico low cost.
Más de mil toneladas de acero
Hasta la fecha se han utilizado 13.000 metros cúbicos de hormigón y se han levantado 3.500 m2 de forjados ·· La megaconstrucción de Lavacolla se completa con una nueva plataforma de estacionamiento de aeronaves y una central eléctrica ·· La torre de control sigue pendiente de los equipos
La megaconstrucción del nuevo aeropuerto de Santiago arroja cifras de infarto. Sólo en la primera fase se han utilizado 13.000 metros cúbicos de hormigón y se han colocado más de mil toneladas de acero. Además, en los cimientos del edificio terminal se han levantado 3.500 m2 de forjados. Para completar las instalaciones, está previsto acometer una nueva plataforma de estacionamiento de aeronaves y una central eléctrica. La primera, adjudicada a la empresa Sacyr y ya en ejecución, irá dotada de su correspondiente drenaje, señalización vertical y horizontal e iluminación con torres mega. Contará, asimismo, con una planta de tratamiento de hidrocarburos y galerías de servicio.
Falta, no obstante, desbloquear el proyecto de la central eléctrica. Con un presupuesto que supera los 24 millones de euros, está pendiente de adjudicación y tendrá que satisfacer las necesidades energéticas previstas en el Plan Director de Lavacolla. No en vano, podrá suministrar hasta 10.505 kilovatios de potencia. Para su construcción, se ha reservado una parcela anexa a la terminal.
El futuro complejo aeroportuario de Santiago se completa con la nueva torre de control. Ya finalizada, su puesta en funcionamiento depende de la instalación de los equipos técnicos.
El edificio procesador diferencia varias plantas para pasajeros, compañías, servicios aeroportuarios, operaciones, almacenes y tratamiento de equipajesFalta, no obstante, desbloquear el proyecto de la central eléctrica. Con un presupuesto que supera los 24 millones de euros, está pendiente de adjudicación y tendrá que satisfacer las necesidades energéticas previstas en el Plan Director de Lavacolla. No en vano, podrá suministrar hasta 10.505 kilovatios de potencia. Para su construcción, se ha reservado una parcela anexa a la terminal.
El futuro complejo aeroportuario de Santiago se completa con la nueva torre de control. Ya finalizada, su puesta en funcionamiento depende de la instalación de los equipos técnicos.
El edificio dique, en forma de ‘Y’, dispondrá de una planta superior destinada al control de seguridad, zonas comerciales y embarque; una planta inferior para patio de carros
En los últimos meses ha sido necesario realizar varias voladuras para acondicionar el espacio rocoso en el que se ubicará el futuro parquin
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Enlace con la noticia de El Correo Gallego del día 04/01/2010
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