Podían ser cientos de pares, pero solo unos pocos peregrinos deciden colgar las botas, materialmente, cuando acaban el Camino. Lo hacen en cables del tendido eléctrico a la salida del Monte do Gozo. Es una forma de emular una antigua tradición, según la cual los caminantes quemaban las ropas de viaje a los pies de la famosa Cruz dos Farrapos, en los tejados de la Catedral.
miércoles, 14 de octubre de 2009
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