Las témporas aún se usan para pronosticar el tiempo observando el cielo
Y ahí está precisamente otra de las críticas que se hacen a este pronóstico meteorológico: la falta de precisión de las predicciones, que permiten un margen de error tan amplio que es difícil que al final fallen. «Yo no me reiría de esta tradición. En un país tan desarrollado y avanzado en meteorología como EE.UU. aún se celebra el día de la marmota», recuerda Pemán. Lo hacen, como aquí la Candelaria, cada 2 de febrero, en el ecuador del invierno. Ese día, Phil, el famoso roedor, sale de su madriguera en un pueblo de Pensilvania: si ve su sombra y se esconde de nuevo es que aún durará el frío.
«¿Cierto o no? No lo sé. Pero las predicciones actuales tampoco son infalibles», concluye Pemán.
«No sé cómo se puede pronosticar el tiempo de un mes por los vientos de un día»
Cuando no había satélites, ni boyas oceanográficas, ni radiosondeos, ni mapas de isobaras, ya estaban las témporas, un método milenario y de origen religioso empleado en el norte de España, y también en Galicia, para pronosticar el tiempo de cada estación. «Aún las usa bastante gente en el campo, aunque menos que antes, claro. Ahora hay televisión y otros medios para saber qué tiempo hará y también hay menos gente en el campo», señala Santiago Pemán, ex hombre del tiempo y defensor de lo que llama «otro tipo de meteorología». Como la que contienen los refranes o el Calendario zaragozano (que desde 1840 da el pronóstico del tiempo para todo el año). Nada científica, pero sí «basada en años y años de observación», añade Pemán.
En eso precisamente consisten las témporas, en observar el cielo. Si hay nubes o está despejado, si hay nieblas, si hay viento y en qué dirección sopla y si llueve o hace sol. Hay que hacerlo justo antes de la entrada de cada estación y en tres días concretos marcados por el calendario litúrgico. Así, las primeras témporas, las de primavera, serán el miércoles, jueves y sábado de la primera semana de Cuaresma, es decir, los próximos 16, 18 y 19 de marzo, justo antes del equinoccio (día 20). El tiempo que haga el día 16, en teoría, será el «predominante» en el primer mes de la estación; el observado el 18 dará una idea de cómo será el segundo mes, y el 19 determinará la meteorología del tercero. «Si ese día es estupendo, las posibilidades de que haga buen tiempo en primavera están servidas», comenta Pemán. Las témporas de verano caerán el 15, 17 y 18 de junio; las de otoño, el 14, 16 y 17 de septiembre, y las de invierno los mismo días de diciembre.
Fiabilidad en duda
En MeteoGalicia, donde las predicciones del tiempo no van más allá de los 10 días y se elaboran con complejos modelos y ecuaciones resueltas por superordenadores, dudan de la fiabilidad de las témporas para pronosticar qué tiempo hará tres meses después. No creen posible realizar un pronóstico correcto según el estado de la atmósfera en un lugar concreto y con días de medición «arbitrarios». «Es algo bastante ajeno a nuestro trabajo, con un valor más antropológico o de costumbre», comenta el meteorólogo Juan Taboada. «No entiendo que se pueda pronosticar el tiempo de un mes entero por los vientos de un día. ¿Y por qué esos tres días y no otros? No le veo justificación desde el punto de vista científico, ni fiabilidad. La atmósfera no tiene memoria, cambia rápidamente y veinte días más tarde no tiene nada que ver con la del primero», agrega Taboada.
Base empírica
Francisco Infante, delegado en Galicia de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), tampoco ve rigor científico en las témporas, pero sí admite que este método tiene cierta base empírica. «No es ciencia, desde luego, pero la sabiduría popular no tiene por qué ser falsa. De hecho, muchas veces funciona», subraya. Infante no cree que haya que desdeñar esos conocimientos -«que funcionaban desde mucho antes de tener los medios de los que disponemos ahora»- y recuerda que algunos servicios meteorológicos también hacen predicciones estacionales. «Pero nosotros usamos modelos climáticos y tenemos en cuenta otros factores. Nuestro método es científico», precisa el delegado de la Aemet.
Taboada, pese a su escepticismo inicial, también reconoce que las témporas pueden condensar, como el refranero meteorológico, «la sabiduría de siglos y siglos de observación». «Así que, siendo una especie de estadística, algo de verdad puede haber detrás», dice. Pero vuelve a recurrir a la ciencia. «Por ejemplo, el refrán que dice ??Cando a Candelaria chora, o inverno vai fóra??. Es un refrán, pero hay una explicación científica para él. Si en esa fecha [el 2 de febrero] llueve en Galicia es que estamos bajo la influencia de una borrasca, con vientos del sur, nubes y humedad. Y, si es así, llega una masa de aire templado y, por tanto, es más difícil que venga una masa de aire frío», apunta Taboada. El pasado 2 de febrero, por cierto, apenas llovió. ¿Se ha quedado entonces el invierno? Pues desde principios de mes ha habido días fríos y otros no tanto, pero no hay que olvidar que nevó la semana pasada y que hoy mismo podría hacerlo de nuevo.
Santiago Pemán, por su parte, está convencido de la utilidad de las predicciones de las témporas. «Son un método bastante fiable. Pero, claro, si indican que el verano va a ser bueno y luego llueve algún día, hay que tener en cuenta que aquí en verano siempre llueve algo y que eso es distinto a un verano lloviendo todo el tiempo», explica. «Las témporas son un pronóstico de medio y largo plazo, no de 24 o 48 horas», añade.
El día de la marmota
En eso precisamente consisten las témporas, en observar el cielo. Si hay nubes o está despejado, si hay nieblas, si hay viento y en qué dirección sopla y si llueve o hace sol. Hay que hacerlo justo antes de la entrada de cada estación y en tres días concretos marcados por el calendario litúrgico. Así, las primeras témporas, las de primavera, serán el miércoles, jueves y sábado de la primera semana de Cuaresma, es decir, los próximos 16, 18 y 19 de marzo, justo antes del equinoccio (día 20). El tiempo que haga el día 16, en teoría, será el «predominante» en el primer mes de la estación; el observado el 18 dará una idea de cómo será el segundo mes, y el 19 determinará la meteorología del tercero. «Si ese día es estupendo, las posibilidades de que haga buen tiempo en primavera están servidas», comenta Pemán. Las témporas de verano caerán el 15, 17 y 18 de junio; las de otoño, el 14, 16 y 17 de septiembre, y las de invierno los mismo días de diciembre.
Fiabilidad en duda
En MeteoGalicia, donde las predicciones del tiempo no van más allá de los 10 días y se elaboran con complejos modelos y ecuaciones resueltas por superordenadores, dudan de la fiabilidad de las témporas para pronosticar qué tiempo hará tres meses después. No creen posible realizar un pronóstico correcto según el estado de la atmósfera en un lugar concreto y con días de medición «arbitrarios». «Es algo bastante ajeno a nuestro trabajo, con un valor más antropológico o de costumbre», comenta el meteorólogo Juan Taboada. «No entiendo que se pueda pronosticar el tiempo de un mes entero por los vientos de un día. ¿Y por qué esos tres días y no otros? No le veo justificación desde el punto de vista científico, ni fiabilidad. La atmósfera no tiene memoria, cambia rápidamente y veinte días más tarde no tiene nada que ver con la del primero», agrega Taboada.
Base empírica
Francisco Infante, delegado en Galicia de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), tampoco ve rigor científico en las témporas, pero sí admite que este método tiene cierta base empírica. «No es ciencia, desde luego, pero la sabiduría popular no tiene por qué ser falsa. De hecho, muchas veces funciona», subraya. Infante no cree que haya que desdeñar esos conocimientos -«que funcionaban desde mucho antes de tener los medios de los que disponemos ahora»- y recuerda que algunos servicios meteorológicos también hacen predicciones estacionales. «Pero nosotros usamos modelos climáticos y tenemos en cuenta otros factores. Nuestro método es científico», precisa el delegado de la Aemet.
Taboada, pese a su escepticismo inicial, también reconoce que las témporas pueden condensar, como el refranero meteorológico, «la sabiduría de siglos y siglos de observación». «Así que, siendo una especie de estadística, algo de verdad puede haber detrás», dice. Pero vuelve a recurrir a la ciencia. «Por ejemplo, el refrán que dice ??Cando a Candelaria chora, o inverno vai fóra??. Es un refrán, pero hay una explicación científica para él. Si en esa fecha [el 2 de febrero] llueve en Galicia es que estamos bajo la influencia de una borrasca, con vientos del sur, nubes y humedad. Y, si es así, llega una masa de aire templado y, por tanto, es más difícil que venga una masa de aire frío», apunta Taboada. El pasado 2 de febrero, por cierto, apenas llovió. ¿Se ha quedado entonces el invierno? Pues desde principios de mes ha habido días fríos y otros no tanto, pero no hay que olvidar que nevó la semana pasada y que hoy mismo podría hacerlo de nuevo.
Santiago Pemán, por su parte, está convencido de la utilidad de las predicciones de las témporas. «Son un método bastante fiable. Pero, claro, si indican que el verano va a ser bueno y luego llueve algún día, hay que tener en cuenta que aquí en verano siempre llueve algo y que eso es distinto a un verano lloviendo todo el tiempo», explica. «Las témporas son un pronóstico de medio y largo plazo, no de 24 o 48 horas», añade.
El día de la marmota
Y ahí está precisamente otra de las críticas que se hacen a este pronóstico meteorológico: la falta de precisión de las predicciones, que permiten un margen de error tan amplio que es difícil que al final fallen. «Yo no me reiría de esta tradición. En un país tan desarrollado y avanzado en meteorología como EE.UU. aún se celebra el día de la marmota», recuerda Pemán. Lo hacen, como aquí la Candelaria, cada 2 de febrero, en el ecuador del invierno. Ese día, Phil, el famoso roedor, sale de su madriguera en un pueblo de Pensilvania: si ve su sombra y se esconde de nuevo es que aún durará el frío.
«¿Cierto o no? No lo sé. Pero las predicciones actuales tampoco son infalibles», concluye Pemán.
«No sé cómo se puede pronosticar el tiempo de un mes por los vientos de un día»
Enlace con el reportaje de Susana Basterrechea publicado por La Voz de Galicia el día 27/02/2011
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